Buscar este blog

viernes, 14 de septiembre de 2012

Libros de texto

Ayer llamaron mi atención sobre la edición del Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid (BOCM) del día 11 de septiembre de este año. En la página 7 hay una disposición de la Consejería de Educación y Empleo sobre el préstamo de libros de texto. El programa sobre el que introduce modificaciones la orden es la normativa reguladora del programa de préstamo de libros en centros de enseñanza preuniversitaria. Se afirma en el preámbulo que la modificación se hace porque "en consideración a la atención debida a las familias se hace necesario el refuerzo de la dotación específica destinada al programa de préstamo de libros de texto y material didáctico". El efecto de la modificación, según el mismo preámbulo, es "ahondar en la simplificación de la gestión administrativa al tiempo que se refuerza el principio de autonomía de los centros con la participación directa de los Consejos Escolares en la gestión del programa". En concreto, lo que la nueva norma regula es una modificación importante: los libros de texto (que se prestan, por supuesto, a alumnos cuyas familias tienen dificultades para sufragarlos) los prestará en adelante cada centro de acuerdo con los criterios que fije. Antes de ello, la Comunidad  de Madrid pagará a los centros una cantidad de dinero para que pague directamente los libros. Anteriormente, era a la Comunidad de Madrid a quien correspondía la decisión sobre qué alumnos recibían la ayuda para libros de texto.

En principio, la nueva norma puede parecerle bien o no a uno en función de cómo prefiera que se distribuyan los presupuestos públicos y también de la responsabilidad que crea que debe tener la directiva de los centros educativos. Una crítica que se puede hacer es que con toda probabilidad el gobierno regional tiene una mayor facilidad para asignar los libros de manera justa, es decir, a las familias que más lo necesitan. Esto es así por su mayor capacidad para comprobar que los datos económicos que las familias aporten son exactos. En cualquier caso, probablemente es de agradecer la referencia ya citada en el preámbulo a la atención debida a las familias, dado el actual contexto de crisis económica en el que está España. Por desgracia, hay un problema mucho más grave asociado a la nueva norma que no aparece en el BOCM. Para explicarlo, baste un ejemplo: el centro público IES Carmen Martín Gaite, de Moralzarzal, tiene unos 600 alumnos. De estos, al menos 80 recibieron el curso pasado la ayuda para libros de texto. El gasto medio en libros de texto en secundaria es de no menos de 300 euros por alumno, lo que indica que la ayuda total destinada al centro para libros de texto era el año pasado de no menos de 24.000 euros. Pues bien, la cantidad que el IES Carmen Martín Gaite ha recibido este año es de aproximadamente 1.800 euros.

Un recorte del 92,5% en una partida de apoyo a los más desfavorecidos es algo muy grave de por sí. Pero lo que a mí me parece especialmente grave, y por lo que no puedo dejar de pensar que hay verdadera mala intención detrás de la medida, es que en el preámbulo de la orden que regula este durísimo recorte se afirme que el objetivo de la misma es mejorar el sistema de ayudas para libros de texto. Además, se descarga la culpa del recorte en los centros, que ahora tienen que elegir a las personas que van a recibir los libros y dejar en la estacada a mucha gente que necesita la ayuda (obsérvese que, en el centro citado, el presupuesto asignado permite dar libros a 1 de cada 100 alumnos solamente). Me resulta triste que nuestros representantes tomen decisiones tan duras como suprimir las ayudas para libros de texto ante los acuciantes problemas económicos que tienen (además, no las comparto, y así lo suelo expresar con mi voto). Pero lo que me hace hervir la sangre es que además presenten las medidas de esa índole como una mejora, insultando mi inteligencia e incumpliendo todos los principios éticos que conozco en cuanto a la honestidad  de un representante para con sus representados. 

1 comentario:

  1. Entiendo perfectamente que tu sangre hierva. Efectivamente, es uno de esos ejemplos en que es imposible que uno se limite a pensar que se hace eso porque no queda más remedio, y está claro que tiene que ser así. Si estuviera claro lo indiscutible de las razones no se ocultarían en el texto.
    En concreto siempre he pensado que lo de los libros de texto es un verdadero problema: para un sólo niño se puede llevar el presupuesto de alimentación de una familia entera en un mes. Recuerdo el momento de septiembre de comprobar cuántos libros mios de tres años antes podrían servir ese año a mi hermana, para descubrir que en el 90% de los casos la respuesta era 0. Creo que quizá lo suyo sería intentar conseguir que todos los niños tengan acceso al material necesario sin que esto suponga una inversión tan grande ni para las familias ni para los fondos públicos. Se juntan varias cosas: el hecho de que el conocimiento que un niño tiene que adquirir en un curso cambie cada dos años, principalmente de formato, no lo he entendido nunca; que un libro de texto, de los que usan los niños, que son de una resistencia casi de usar y tirar, cueste 30 o 40 euros si te descuidas me parece realmente exagerado, sobretodo teniendo en cuenta que durante algunos años, y según algunos centros, es una cosa indispensable para la educación obligatoria; una vez más, no entiendo que los recortes más duros sean en educación (no entiendo casi ninguno en educación, en realidad), y en este caso las formas me parecen horribles, no creo que se pueda justificar desde ningún punto de vista (si alguien cree que se puede, me gustaría escucharlo).
    En fin, una forma más de complicar las cosas.

    ResponderEliminar