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jueves, 22 de marzo de 2012

Razones para una huelga

Ni a favor del PP, ni en su contra. Ni con el PSOE, ni contra él. Ni por IU, ni contra ella. Ni por la convocatoria de los sindicatos CCOO y UGT, ni por oposición a la patronal CEOE. Ni a favor de las organizaciones de base católicas, ni en contra de su jerarquía. Ni en contra de UPyD, ni a favor de la organización Democracia Real Ya. Ni porque se hayan sumado las organizaciones ecologistas, ni en contra de la fundación FAES. Pienso que el apoyo a la huelga general del próximo 29 de marzo no debe depender de qué organizaciones la apoyan o la enfrentan; de hecho, pienso eso en general, pero me parece que vale la pena recordarlo en esta ocasión.

Creo que lo que está en juego es lo bastante importante como para que cada uno tratemos de actuar de manera independiente de lo que hagan nuestras instituciones, organizaciones y medios de comunicación de referencia. Pienso que la situación económica española es mala, muy mala, y que hay que hacer algo que ayude a mejorarla. También creo que el gobierno de un país ha de hacer su trabajo en beneficio de sus ciudadanos; de todos ellos. Sin embargo, creo que la reforma laboral no verifica ese principio, y voy a dar unos cuantos argumentos al respecto:
  • Es una reforma desequilibrada en favor de los más fuertes: una empresa con cualquier volumen de beneficios pero cuyos ingresos se reduzcan durante tres trimestres consecutivos, puede despedir a parte de su plantilla, considerándose esos despidos procedentes; o puede bajarles el sueldo, o subirles las horas de trabajo. Además, muchos expedientes de regulación de empleo (ERE) se pueden ya realizar sin que un juez establezca si son justos o no. Y prevalece el convenio de empresa frente al convenio colectivo, lo que reduce la fuerza de los trabajadores en la negociación de sus condiciones de trabajo.
  • Es una reforma que ataca derechos de los ciudadanos: España contaba con uno de los despidos más caros de Europa antes de la reforma. Eso ahora deja de ser así, lo que significa que un derecho adquirido y una ley que lo protegía se ven recortados.
  • Es una reforma que ataca la seguridad en el empleo: los contratos de formación se extienden hasta la edad de 30 años. Se suprimen los salarios de tramitación (lo que percibe el trabajador despedido que mantiene un conflicto judicial con su empleador). Incluso se prevé el posible despido de trabajadores fijos de la Administración.

En general, creo que los derechos adquiridos nunca deberían poder perderse o recortarse, y creo que la reforma laboral permite que eso ocurra con algunos de ellos. También creo que el gobierno ha legislado en esta ocasión a favor de un segmento de la población y en contra de otro más débil. Y por eso, yo voy a hacer huelga el próximo jueves.

12 comentarios:

  1. he venido decidida a comentar...pero la verdad es que no tengo nada que decir...estoy totalmente deacuerdo contigo...y si estuviera en España trabajando el jueves que viene haría la huelga.

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  2. Me sumo al +1.

    No tengo mucho tiempo para escribir y lo que pudiera poner sería en la tónica de lo que te voy a pegar. Es lo que publicó el Proyecto M-20 con motivo de la huelga del 29 de septiembre de 2010. Yo participé de aquello, pero la ni las ideas ni la redacción son originales mías. Pese a ello, no le quito ni una coma.

    Ante esta ofensiva brutal no valen excusas para no movilizarse. Alegar que la huelga gene­ral tenía que haberse celebrado antes para no secundar la que, por fin, se convoca este 29 de septiembre, es un pretexto pueril. Recordar ahora que los sindicatos mayores -UGT y CCOO- son corruptos, ineficaces y subsidiados, justo en el momento en que se han visto arrastrados por sus bases a convocar la huelga, y hacerlo para no movilizarse, refle­ja, en el mejor de los casos, dejarse atrapar por filas y fobias particulares y olvidarse del verdadero desafío que actualmente se disputa, cuando no, sencillamente, estar a favor de intensificar los abusos y miserias so­bre los asalariados, parados y pen­sionistas. Lo que nos debe im­portar es que trabajadores y jubilados to­men conciencia, se atrevan a movilizarse y luchen por sus dere­chos reales, no dividirse por causa de quien ha convo­cado la huelga. Decir que la huelga general no sirve para nada denota la típica actitud de los que esperan milagros o efectos instantáneos. Señalar que la huelga es insuficiente, para seguir sin hacer nada, es otra excusa miserable. Roma no se hizo en un día. Todas estas excusas llevan a lo mismo: a secundar la actitud de quienes se muestran de acuerdo con que la crisis provocada por los espe­culadores tengan que pagarla los trabajadores.


    Prácticamente todos los medios escritos, radiofónicos y audiovisuales -locales y nacionales- han cerrado filas en torno a gobierno y oposición en contra de la huelga general. Arremeten contra los trabajadores porque no aceptan servicios mínimos que significarían reven­tar la huelga y hundir un derecho fundamental. Descalifican a los sindi­ca­tos por subvencionados, cuando esa prensa se halla aún más subvencio­nada que los sindi­catos. Tergiversan cuando dicen que la reforma «socava el papel de los grandes sindicatos en los convenios colectivos», pues lo que hace la reforma laboral es so­cavar los propios convenios co­lectivos y el papel de cual­quier tipo de sindicato. Asimismo, la prensa del régimen lanza una campaña histérica de crimi­nali­zación de los huelguistas al hablar de «pi­que­tes salvajes» y acusarlos de terro­ristas, cuando los auténticos terroristas son los pa­tronos que amenazan con despedir a quienes vayan a la huelga sin presencia de piquetes. Una vez más, constatamos que la prensa del ré­gimen -tanto la neoconservadora como la pro­gre­sista, tanto la centralista como la nacionalista periférica- conforma cuerpos de un único Ejército Represivo: no son medios al servicio del público, sino que son portavoces de quien realmente les paga: los capitalistas.


    Hemos de ser conscientes de la amplitud social e histórica del desafío actual y, en consecuencia, ser responsables y aportar a la realidad militante de este País un esfuerzo consciente y radical real. Por tanto, nos solidarizamos con esta huelga general, con sus justas reivindicaciones y denuncias, y apoyamos decididamente la movilización total frente al Régimen estatal y al Sistema liberal-capitalista.


    No en defensa de los intereses particulares, sectoriales, corporativos, o de clase, sino por los intereses generales de la Nación, por el bien común y posible, por la defensa del Estado Social, de nuestro futuro y de nuestro pueblo.

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  3. Ahora ya escribo yo de puño y letra.

    Por otra parte, muchos de los que entonces cerraron filas con el gobierno psoecialista y la oposición, llaman a manifestarse el próximo jueves en lo que considero que es un ejercicio de probada insolidaridad y politización de la vida privada escandaloso. Pero que nadie piense que son incoherentes. No merecen el beneficio de la duda, son 100% consecuentes.

    Obviamente, me refiero a todos los que decían que los sindicatos así no ayudaban nada al Gobierno y ahora han dejado las responsabilidades, los discursos de Estado y las excusas ditirámbicas para la próxima legislatura en el poder.

    Porque ahora lo que hay que hacer es manifestarse. Ayer no, pero hoy sí, porque la derecha es mala malísima y la reforma laboral es el primer paso antes de que nos roben quien sabe si hasta el alma. Y Zapatero era tolerante y masmolaba porque "dialogaba".

    A no pocos les han salido ampollas con la analogía "PSOE=PP" o las variantes "PSOE y PP: la misma mierda es", "monopartidismo camuflado", etc... La maldad intrínseca atribuida al segundo de ellos y el fin eminentemente humano, pero que sufrió una desviación en su camino liberador, que representa el psoecialismo (en verdad toda la socialdemocracia y no pocos eurocomunistas), son puestos a la misma altura como partidos que persiguen los mismos fines, utilizan los mismos medios y proyectan una misma imágen de la sociedad. La ausencia de compromiso ideológico con cualquiera de los protagonistas de esta historia me lleva a no establecer diferencias entre hacer el mal en nombre del bien y hacer el mal en nombre del mal (si es que se acepta el reduccionismo simplificador que opera en la dialéctica "buenos" vs "malos").

    Escribe un gran filósofo francés que "ser víctima de una idea hermosa ulteriormente desviada, no hace que uno deje de ser víctima". No puedo estar más de acuerdo.

    No tenía edad entonces para ello. Pero habría acudido a las manifestaciones contra la guerra de Iraq igual que acudiré a la huelga. Y lo pongo como ejemplo porque me parece que se presta a la comparación. Quien acudía a denunciar las agresiones imperialistas en Iraq era consciente de que muchos de los convocantes de las marchas y la gente con la que compartía cánticos no eran más que arribistas que hacían del dolor ajeno la ocasión política para movilizar cuantiosas masas contra una decisión injusta. Hoy como entonces, esos arribistas vuelven a estar del lado del pueblo. Pero que nadie olvide que no son el pueblo, no sirven al pueblo y que son el enemigo del pueblo al que hoy otra vez dicen querer liberar.

    Por eso: sí a la huelga. Pese a ellos, contra ellos. Porque es de justicia rebelarse cuando la injusticia se institucionaliza. Pero sí a la huelga con memoria. Sí a la huelga sin olvidar. Sí a la huelga porque objetivamente es justo. Independientemente de la "traición" (no sé si es que de verdad cabía esperar una actitud diferente) de convocantes y acompañantes. Porque nadie nace miembro de un partido o de un sindicato. Pero sí socializamos a través de la familia y la comunidad. La solidaridad con quienes nos rodean es uno de los últimos baluartes que le queda por destruir al sistema.

    Luchemos porque su trabajo en pro de finiquitar las postreras barreras de la vida comunitaria sea arduo.

    ¡Con los oprimidos! ¡Siempre contra los opresores!

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    1. De nuevo estoy de acuerdo en lo esencial. Yo tenía edad de sobra, y estuve en la manifestación de Iraq. Efectivamente, siempre hay arribistas que utilizan estas cosas para manipular a la gente en su provecho. Hay que tener en cuenta que el terreno está bien abonado: en este país "todo el mundo" es de un equipo de fútbol y simpatiza con un partido político, en ambos casos con forofismo, que excluye cualquier tipo de raciocinio. Si lo hacen "los míos", ya sea forrar a patadas al de enfrente o una ley como la que comentamos, está todo perfecto, inmaculado. Si lo hacen "los otros", hay que salir a la calle porque es inaceptable.
      Pero a pesar de todo, en este caso hay razones objetivas incontestables para la huelga.

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    2. Es posible (aunque sea salirse del tema) que parte del problema sea la razón por la que has establecido una analogía entre qué partido político vota uno, que es algo que creo que es muy importante, y a qué equipo de fútbol apoya.

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    3. Me gusta mucho el texto que escribes tú, Carlos, más que el que copias. Y me gusta especialmente la palabra "psoecialismo".

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  4. Hay poca discusión, estoy de acuerdo en lo esencial. Yo estaré en Viena el jueves, por lo que no haré huelga (si la hiciera sería contra las 6 personas de otros países que viajan hasta allí para reunirse conmigo), pero si estuviera en mi puesto de trabajo habitual, seguro que la haría.
    Hay una defensa que se se hace de esta ley basada en que es similar a las que existen en Austria, y en cierto modo, en Alemania, y estos son países en los que la situación laboral es mejor. Es parcialmente cierto. Pero es que la situación laboral no se refiere solamente a los derechos de despido, se refiere además al sueldo (muy superior en esos países) y a un cierto comportamiento de los empresarios que no es homologable con el que mantienen los de aquí. Y a unos sindicatos que tampoco se comportan como los de aquí.
    Se dice también que los derechos de los trabajadores han contribuido a disminuir la productividad, y por eso hay que limitarlos. En definitiva, que somos unos vagos, que nos escaqueamos de currar pidiendo bajas médicas falsas, que estamos todo el día con el cafelito, que somos unos golfos, vaya. No me veo reflejado en eso, ni yo, ni a mi familia, ni a mis amigos o a los de mis hijos, ni a mis compañeros, todo ello con las excepciones que confirman la regla. Si este es un país de golfos, que puede que lo sea, en cabeza van los políticos y después los empresarios.

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    1. Completamente de acuerdo. De eso va la cosa precisamente: de recordarnos continuamente lo mal que lo hacemos todo para dejar que los que sí saben nos reconduzcan. Uno se pregunta cómo es posible que los que tanto saben lleven 40 años sin poner en práctica su sabiduría.

      Los que siempre nos recuerdan que los andaluces llevan subvencionados la vida entera tomando cerves con el codo que ha creado telarañas en la barra del bar, los que presentan estupendos programas de investigación donde muestran la vaguería consustancial a la españolidad y los que dicen que es que no queremos trabajar en determinados trabajos porque somos unos señoritos (en los años 90 los cafés y bocadillos que pedíamos en los restaurantes supongo que venían volando)son siempre aquellos que deberían abrir la boca en último lugar. Porque, como bien dices, en caso de ser cierto todo eso, tendríamos un buen espejo donde mirarnos: la imagen que proyectan políticos, banqueros y empresarios. Pero claro, es que ellos tienen mucha responsabilidad. Y mucho estrés.

      Que el relato de que la productividad disminuya con los derechos laborales sirva para quienes se oponen a la huelga habla de su indigencia argumental. Podría ser validado como chiste de humor negro.

      En fin. Este tema me pone malo.

      Un abrazo

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    2. Con respecto a productividad y derechos laborales, en Suecia la baja de maternidad es de 14 meses (meses, no semanas, ni días), y no creo que anden peor que nosotros en productividad. Creo que ese argumento es malísimo.

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  5. Somos muchos pensando que no es justo, y se da la situación de que uno puede notar los efectos de esta reforma precisamente por protestar contra ella. Hay mucha gente que no va a hacer huelga por miedo y demasiada que le grita al gobierno todo el día desde el sofá pero por algún motivo cree que es inútil hacerlo fuera de su salón... No sé si cambiará algo, pero si todo el mundo se queda callado seguro que no cambia nada. Si yo trabajara también haría huelga, y como no trabajo pues iré a la manifestación.

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    1. Como bien dices, cambiar algo saliendo a la huelga es complicadísimo. Pero es más difícil hacerlo no saliendo.

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