Hoy a mediodía el gobierno español ha anunciado un plan de política penitenciaria para presos de ETA (y algunos otros), en el que, resumiendo con poco cuidado, se relaja la dureza con la que dichos presos son tratados y considerados. Más allá de la medida concreta y de cómo se enmarca en el llamado conflicto vasco, y al hilo de dos entradas que se han publicado en este blog (esta y esta) y de algunos de los comentarios que en ellas aparecían, creo que estaría bien tratar de discutir de forma un poco más general sobre las nociones relacionadas de nación, estado, soberanía nacional, y nacionalismo.
El sentimiento nacionalista, tal y como se suele entender, me es ajeno. Históricamente, creo que quienes han defendido y defienden tesis nacionalistas en el fondo persiguen afirmar la superioridad de algunos por encima de otros, es decir, discriminar, y además hacerlo por una causa muy poco objetiva (raza, lugar de nacimiento, idioma...). Eso no significa que no pueda sentirme orgulloso de las virtudes que atesore, por ejemplo, el país cuya nacionalidad ostento, o la región en la que vivo. Sin embargo, en realidad ese sentimiento de orgullo es más bien orgullo razonado, pues necesito una causa que lo motive; y eso significa que más que un sentimiento, es una opinión. Como consecuencia de lo anterior, para mí la soberanía nacional es la legitimidad que alcanza un conjunto de personas que se pone de acuerdo para vivir en sociedad; y esa legitimidad es mayor que la del individuo en tanto en cuanto se entiende que la sociedad actúa en beneficio del conjunto y no de una parte de sus miembros. Es decir, reconozco legitimidad a la nación, al estado, si este es capaz de ser solidario, si como grupo intenta proteger a sus miembros más débiles y si tiene como objetivo que todos vivan de la mejor manera posible.
Por último, y volviendo al caso concreto del conflicto vasco, mi opinión es que un sistema democrático como el español no debería tener problemas para admitir la celebración de un referéndum vinculante en el que los vascos decidan sobre su independencia, de manera que el conflicto se cerrara con la máxima legitimidad desde el punto de vista democrático. Entiendo que es una manera muy simplista de despachar un problema muy complicado, pero discutirlo más en profundidad sería ya otra historia que tal vez sea contada en otra ocasión.