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jueves, 12 de abril de 2012

Libertad contra justicia social

El otro día mantuve un debate muy interesante que hoy quiero trasladar aquí. El centro del mismo era el valor que le otorgamos a las libertades frente a algunas otras cosas. En concreto, se trataba de decidir cómo de necesarias eran las libertades individuales para la construcción de un Estado justo y bueno con sus ciudadanos (si es que está claro qué es eso). La hipótesis inicial que yo defendía era que, si bien las libertades individuales y los avances en derechos son muy importantes, es más importante un Estado fuerte que disminuya los desequilibrios entre sus ciudadanos y garantice que éstos puedan subsistir dignamente a través del gobierno de la economía; en definitiva, yo anteponía la justicia social a la libertad. El argumento que se me dio en contra es que los regímenes que atentan contra las libertades impiden a largo plazo la justicia social, y que la libertad es la única forma de conseguir, al final, esa justicia social. Los imperfectos ejemplos de ambas posturas podían ser, por un lado, algunos gobiernos sudamericanos populistas y represores de la libertad de expresión, pero con datos económicos y de lucha contra la pobreza inapelables (Venezuela, Bolivia, Brasil); y por el otro, las democracias occidentales (Estados Unidos, España, Alemania).

Sin embargo, esta semana han pasado dos cosas que me llevan a enfocar el asunto desde otro ángulo. La pregunta es: ¿Es cierto que las democracias occidentales garantizan las libertades, y son en eso mucho mejores que otros regímenes? Los dos hechos que me han llevado a plantearme la pregunta son los siguientes: la polémica en torno al poema de Günter Grass publicado en el Süddeutsche Zeitung alemán y el anuncio del gobierno español de que se castigará la resistencia pasiva en el Código Penal. Grass ha sido declarado persona non grata por Israel a raíz de su poema (como lo fue en su día José Saramago), y en Alemania ha sido reiteradamente acusado de nazi (lo fue un día) por esa razón. Criminalizar la resistencia pasiva es, en cambio, un recorte en derechos enorme que dejaría fuera de la ley a personajes como Gandhi. Estos dos ejemplos han reforzado empíricamente mi opinión con respecto a qué es más importante, si justicia social o libertad, en favor de la primera; y eso a pesar de la opinión que ya expresé a favor de la libertad de expresión. Pero reconozco que el problema sigue abierto para mí y me gustaría saber más.

5 comentarios:

  1. He encontrado tu Blog por casualidad, buscando en google. Estoy completamente de acuerdo con lo que dices sobre justicia social y libertad. En mi opinión el verdader problema no es elegir entre una y otra sino el sistema o sociedad (que hemos ayudado a crear entre todos, por cierto) que nos obliga a hacerlo.
    "It's only after we've lost everything that we're free to do anything"

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    1. El problema que yo encuentro es que me cuesta mucho pensar en un sistema realizable en el que los dos conceptos no sean, en cierto sentido, antagónicos. Por desgracia, los gobiernos históricamente más preocupados por las libertades han desatendido la gestión económica justa, mientras que quienes hacían de la justicia social su eje central han mostrado menos respeto del debido para con las libertades individuales.

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  2. Bueno, como ya hablamos el otro día considero importante la libertad de expresión, pero creo que una parte importante que tiene es que hace más difícil que un pueblo viva ignorando algunas injusticias que se comentan contra él (todo esto con muchos peros...que ya sabemos lo que es la información, y la desinformación y esas cosas... Pero bueno, yo creo que es más fácil formarse una opinión propia a base de muchas informaciones contradictorias, sean lo buenas o malas que sean, que desde la nada, si hay que elegir).

    Al final el otro día llevamos el tema a la pregunta: es mejor una sociedad en que unos coman y otros no, pero los que no comen sepan que hay quienes sí lo hacen, o una en la que nadie sepa cómo comen los demás, pero coman todos? Pues... mi primera idea es que es mucho más importante que nadie se muera de hambre. Que todos sepan lo que comen los demás debería servir para que no perduren las desigualdades que pueda haber, para que los que no comen se quejen, y tengan la opción (o al menos pueda surgir en ellos la voluntad) de cambiar algo... mirado con un poco de optimismo. Pero si todos comen no hay por qué protestar. Sin embargo... creo que yo querría saber...

    En cuanto a los casos particulares de los que hablas, es cierto que en estos lugares del mundo en los que supuestamente gozamos de libertad de expresión, esta tiene digamos que "ciertas lagunas", y no parece garantizar que todo sea más justo. Sin embargo, creo que uno de los ejemplos que das ilustra la "teoría" que exponía al principio: castigar la resistencia pasiva es un ataque a la libertad de expresión en toda regla... y ha surgido precisamente porque la gente se está quejando de lo que no les parece justo para la sociedad, lo cual supone un problema para algunos.

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    1. Es, creo, indiscutiblemente cierto que un pueblo más ignorante es más fácilmente manipulable. No obstante, en nuestro país, en el que se supone impera el derecho a la información (o algo así), bien que tardamos (más de un año) la mayoría en conocer el caso islandés de gestión de la crisis, del que tal vez hable un día. Y es que no tengo claro que las presuntas libertades estén mejor garantizadas en nuestro estado que en el venezolano en este aspecto; esa es precisamente la tesis del post. Sí que me parece que quienes nos gobiernan son un poco menos burdos ocultando el hecho de que nos restringen la libertad.

      Por último, sugieres que castigar la resistencia pasiva es quitar libertad para que no protestemos por la falta de justicia social. Bueno, si nuestras élites gobernantes no pueden garantizar ni la una ni la otra, está claro que deberíamos hacer algo con ellas.

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  3. Se me ha ocurrido un argumento adicional (y muy frívolo) para preferir la libertad a la justicia social. Y es que algunos de los que defienden la primera componen y cantan así.

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