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viernes, 25 de mayo de 2012

La religión y el progreso

En España, la iglesia católica recibe una parte de los impuestos de cada ciudadano que voluntariamente así lo decide para su sostenimiento y actividades. Cada año, la iglesia realiza una campaña de promoción para tratar de que el mayor número posible de personas decida asignarle la citada parte de sus impuestos. Dicha campaña recibe el nombre de programa Xtantos, y que no está exenta de polémica. Adicionalmente, el Estado español asigna una cantidad de dinero proveniente de los presupuestos a la iglesia. Se puede, claro, argumentar que ese dinero estaría mejor empleado si se destinara a otros fines.

En mi opinión, el papel de las distintas religiones en el progreso de la sociedad ha sido distinto en cada momento de la Historia. La religión católica fue, a través de la traducción y conservación de textos clásicos en los monasterios, y de la caridad ejercida por sus miembros entre los más pobres, una influencia claramente positiva en los avances de la sociedad al inicio de la Edad Media. Por contra, la temible Inquisición y la negativa a aceptar el progreso científico (Galileo ha sido, aún hoy día, solo parcialmente rehabilitado por la iglesia) lastraron el desarrollo de la ciencia en los países católicos durante siglos. La religión musulmana ha cambiado también de cara en numerosas ocasiones, de la tolerante de los inicios que permitió el desarrollo de la medicina con Avicena, por ejemplo, a la menos tolerante que podemos observar en ciertos lugares hoy en día. 

A raíz de todo lo anterior, las preguntas que me hago son las siguientes: ¿Es el sentimiento religioso bueno para el progreso de la sociedad? ¿Son las instituciones religiosas buenas para el progreso de la sociedad? ¿Cambia la respuesta a las preguntas anteriores si pensamos en una época distinta a la actual? Sobre la primera pregunta confieso que no tengo argumentos para opinar en ningún sentido (o, equivalentemente, creo que no influye). Con respecto a la segunda pregunta, tengo la sensación de que, por desgracia, las instituciones religiosas constituyen un foco de poder muy terrenal al que sus dirigentes se aferran, lo que hace que en general perjudiquen al progreso en un intento de proteger su ascendiente sobre la población. A pesar de los indudables buenos sentimientos que se desprenden de casi todas las teorías religiosas que conozco, me da la sensación de que la necesidad de afirmar una serie de dogmas (y necesariamente sin usar la razón) obliga a quienes mandan en las distintas religiones a coartar el desarrollo de algunas características positivas del progreso. Por último, con respecto a la tercera pregunta, mi respuesta se deduce de la anterior: cuando la jerarquía eclesiástica de una religión no tiene poder más allá de lo espiritual, en principio no hay ninguna razón para que su existencia perjudique en modo alguno al resto de la sociedad y su desarrollo. Pero no conozco ninguna religión cuyos dirigentes no aspiren a un gran poder en la Tierra.

4 comentarios:

  1. Sabía yo que no íbamos a tardar mucho en tratar este tema...estoy deseando leer a Carlax.
    Pienso que el sentimiento religioso, entendido como unas normas morales de conducta que deben observarse para obtener los beneficios que la religión promete, puede ser beneficioso o no. Depende de cuáles sean estas normas y como se apliquen, porque la teoría religiosa consagra el trabajo, el compañerismo, la ayuda al más débil, la falta de avaricia y similares, y todo ello es difícilmente criticable como norma de comportamiento.
    Pero no es bueno para la sociedad cualquier precepto que fomente la exclusión o la desigualdad de trato a los no creyentes, a los diferentes (se llega a entender a la mujer como diferente en este contexto, es decir, es diferente todo aquel que no es como el que manda, incluso en sentido biológico y no solo por creencia) y casi todas las religiones más extendidas tienen algo de eso en mayor o menor medida. Hay pocas excepciones. En estas circunstancias, es difícil entender que estas religiones fomenten el progreso general de la sociedad.
    Es difícil que las cuestiones puramente dogmáticas (recuérdese la definición estricta de fe religiosa) sean aceptables en este momento. Especialmente grave en el s. XXI me parece la exclusión de la mujer en las religiones mayoritarias. Se las relega, como mínimo, a papeles secundarios, cuando no se las trata como delincuentes religiosas permanentes, que nunca pueden estar dentro de la ley religiosa, y, frente al mismo delito, se las castiga de una forma diferente y mucho más rigurosa que a los hombres. ¿Es miedo a su capacidad, a lo que significan, a que pueden hacer cosas (dar vida) que los hombres no pueden? Esto da para otro debate que molaría.
    Pero si las creencias de las religiones más comunes tienen aspectos muy criticables, mi opinión sobre las instituciones religiosas es devastadora. No son más que un mecanismo de acumulación de poder y de su preservación en el tiempo, que para conseguir ese objetivo no respetan ni siquiera los preceptos que su propia religión consagra. Ahí tenemos el diferente rasero con que la Iglesia cristiana juzga los hechos dependiendo de quien los cometa (i.e. pederastia en tiempos recientes, divorcio autorizado en casos concretos en lugar de excomunión para el que se divorcie, represión del cristiano disidente de la línea del poder o de los curas obreros...). O las interpretaciones interesadas del Corán (y falsas, a decir de muchos creyentes) que cada personaje con poder religioso utiliza a su antojo para perpetuar una élite todopoderosa y tener al común de los ciudadanos permanentemente acojonado. Y no te digo a las mujeres...que son diferentes (y menos mal que lo son, por hacer un chascarrillo).
    También pienso que las religiones han jugado un papel de mantenimiento y progreso de la sociedad en otras épocas, aunque eso no elimina los problemas ya enumerados. Es obvio que la iglesia cristiana y la musulmana han jugado un papel de preservación y avance del conocimiento en épocas socialmente oscuras, y que sus normas tanto éticas como prácticas (i.e. higiene) resultaron elementos fundamentales para aglutinar e impulsar cosas. Pero, al mismo tiempo, el maximalismo en la interpretación de sus normas evitó ciertos progresos en el conocimiento, y ahí entra Galileo y tantos otros.
    Por último, no me resisto a comentar al paso la primera parte de la exposición acerca de la financiación de la iglesia, especialmente en nuestro país. Es impresentable que haya dinero público involucrado. La defensa de los recalcitrantes es que la iglesia es, por ejemplo, Cáritas, que hace un enorme papel ayudando a los más débiles. Falacia. Cáritas es una ONG y ya recibe fondos (abundantes...) por otro lado, de forma que yo creo justificada, como las otras ONGs.
    Y no sigo porque no es el tema de este post y porque ya os he dado bastante la coña. Ruego al coordinador del blog que, cuando lo considere adecuado por las circunstancias que vivamos, cuelgue un post sobre la financiación de la iglesia y su relación con el poder político, en general y en este bendito país.

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    1. Sin entrar en la financiación (que intentaré tratar en el futuro), solamente hago un breve comentario a lo que dices: estoy de acuerdo en que la mayoría de las religiones es machista, pero también pienso que es más grave la "criminalización moral" que casi todas hacen de los no creyentes. En palabras de determinados religiosos, la palabra "laico" se convierte en una especie de insulto y creo que eso es lamentable por lo que significa en cuanto al respeto por la diferencia.

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    2. Bueno, es una discusión más bien retórica, pero no sé si es peor criminalizar al no creyente que machacar a determinados sectores de entre tus creyentes. Lo primero se podría entender como mecanismo atávico de defensa, pero lo otro...

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    3. Justo porque se usa como defensa es por lo que lo considero especialmente grave. Creo que las jerarquías eclesiásticas tienen un grave problema de legitimidad que tratan de ocultar criticando lo que llaman relativismo moral (véase aquí la actividad al respecto del principal jerarca de la Iglesia católica, por ejemplo el "Informe sobre la fé"). El resumen es: "lo correcto es lo que yo digo, y lo incorrecto lo que dices tú si no dices lo mismo (hasta aquí todo bien) y tú eres malo y mereces censura y castigo si lo que dices no es lo correcto". El intento de estar en posesión de la verdad absoluta, con el agravante de que la manera de llegar a esa verdad no es la razón sino el dogma, me parece algo muy malo, y es en ese sentido en el que yo lo criticaba especialmente.

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