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domingo, 27 de enero de 2013

Un año después

Hace casi exactamente un año escribí la primera entrada de este blog. En ella yo me preguntaba si cabe exigir a nuestros representantes electos no solo que no estén inhabilitados para realizar su tarea por problemas con la justicia sino que además puedan demostrar más. En concreto, yo proponía que se pudiera exigir algún grado de ejemplaridad a nuestros dirigentes, teniendo en cuenta que ostentan el mayor grado de responsabilidad en la sociedad. Pues bien, un año después la situación de la corrupción en la política española, que en su momento ilustré con los casos de Francisco Camps y Ricardo Costa, es visiblemente peor: el yerno del jefe del Estado español está siendo juzgado por diversos delitos de guante blanco, y dos tramas de corrupción, de muy distinta gravedad, afectan al PP y al PSOE, los dos principales partidos políticos. Se especula incluso con que el escándalo que afecta al PP pueda llegar a salpicar al presidente del gobierno.

La gran mayoría de los casos de corrupción que involucran a políticos no terminan en condena para estos. Las razones son diversas: el poder de los acusados, los excelentes medios de defensa de que disponen, e incluso la dificultad intrínseca de conseguir condenas en los juicios por este tipo de delitos. El resultado es que tenemos muchos dirigentes cuya imagen es muy mala desde el punto de vista ético pero que sin embargo pueden mantener sus cargos mientras sigan siendo elegidos en las urnas (los que son elegidos, pues la familia real desde luego no lo es). 

Podría parecer que los culpables de que los corruptos se perpetúen en el poder somos los votantes, que legitimamos con nuestro apoyo electoral las malas prácticas de nuestros dirigentes. En efecto, la corrupción no ha sido un problema electoral para los gobiernos regionales de Valencia, Andalucía, Galicia o Cataluña, a pesar de que en todos ellos hay dirigentes de altísimo nivel que se han visto salpicados por la corrupción. Pero hay que tener en cuenta también que nuestro sistema electoral es muy rígido en muchos aspectos: las listas electorales son cerradas, fundar partidos políticos exitosos es muy caro, una parte de la gente piensa que todos los políticos roban, y que por tanto no tiene sentido castigar al dirigente cuyos delitos salen a la luz... Todas esas cosas pueden, por supuesto, mejorarse. Al final, y volviendo a la que era mi propuesta hace un año, tal vez no sea realista la implantación de un "código ético" para representantes electos; pero tal vez si se mejoraran las leyes para hacer que el voto sea más libre y represente mejor la voluntad de quienes votan se podría mitigar el problema. No es esta seguramente una solución completa, pues yo querría que quienes son éticamente reprobables (en la cuestión de la corrupción) no se pudieran presentar a las elecciones. Pero tal vez sirviera para mejorar algo la situación actual y la calidad de nuestros políticos.

5 comentarios:

  1. Ya hay papeles que implican a la cúpula del PP, presidente del gobierno incluido en el caso de los sobresueldos.

    Una alternativa al "código ético" como una mejora, que no una solución total para el problema de la corrupción y los comportamientos poco éticos, sería el voto continuo, esto es que un ciudadano pudiera cambiar de voto en cualquier momento y que esto repercutiese en tiempo real a la disposición del congreso. Si esto se juntase con las listas abiertas se podría castigar al individuo que tengo un comportamiento poco ético.

    Esto es solo una idea general, si lo analizamos detalladamente hay escenarios que hay que tener en cuenta y habría que matizarla bastante. Creo que con un cambio en el sistema electoral actual se pueden mejorar muchos de los problemas que tenemos actualmente.

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    1. Desde luego, parece que el tema de la corrupción es especialmente grave. No creo que caiga el gobierno, pero aún así el escándalo es el mayor que yo he vivido.

      En cuanto al voto continuo, veo innumerables problemas para su aplicación práctica. La más relevante es la siguiente: creo que uno de los problemas de nuestra democracia actual es el hecho de que nuestros gobernantes toman medidas pensadas para ser útiles en un plazo muy corto, lo que a la larga es perjudicial. Acortar las legislaturas a, digamos, una semana, haría que este defecto se agravara y en mi opinión perjudicaría más de lo que ayudaría. Entiendo que necesitamos una democracia más participativa, seguro; pero creo que esa no es la manera de hacerlo.

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    2. El voto continuo tiene problemas, pero el que tu mencionas como más relevante no lo considero como tal. Las medidas a largo plazo no son medidas de aqui a 4 años, eso se sigue considerando a corto-medio plazo. Los partidos politicos españoles actuales buscan resultados solo de cara a las elecciones, por tanto no se añade un problema, porque el problema ya existe y no considero que se agrave ya que si toman una medida para salir del paso una semana, la próxima semana tendrán el mismo problema por lo que lo que tendrán que hacer es justificar que medidas van a tomar y como y cuando van a dar frutos.

      Es más las medidas que se toman actualmente son las que dan fruto en el periodo que abarca 6 meses antes de las elecciones y las elecciones. Las medidas que suelen tomar los gobiernos en su ultimo año son casi todas a corto plazo. El no tener un fecha fija de elecciones creo que rebajaría el uso de estas prácticas.

      El tener un voto continuo provocará que las acciones que se tomen deban ser explicadas con claridad ya que una medida impopular que no se justifique podría acabar con el gobierno. Y creo que de este modo si que habría cabida para medidas a plazo largo.

      El problema más grave del voto continuo es la inestabilidad que puede generar continuos cambios de gobierno. Hay que conseguir un compromiso entre que las acciones de un gobierno no puedan dar frutos por falta de tiempo y evitar lo que esta pasando ahora que un gobierno pueda hacer lo que le de la gana durante 4 años pese a la protesta de la ciudadanía.

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  3. La realidad va demasiado rápida, los problemas que se apuntan parecen ser todavía mayores y más extendidos de lo que Jose menciona en su texto.
    Efectivamente, cambios en las leyes electorales favorecerían mejoras en todos los campos (prefiero los referendos al voto contínuo, porque contribuyen a la estabilidad). Pero yo creo que el problema de fondo es el comportamiento de la "sociedad civil" en nuestro país. Sin intención de ofender a nadie, aquí la política (y seguramente la vida en general, incluida la religión) se interpreta igual que se hace con el fútbol: yo tengo mis colores y da igual lo que hagan los míos, los voy a defender a muerte. Todo tiene defensa porque son los míos, y la culpa es siempre de los otros, que son mucho peores.
    Esa forma de actuar, que incluso para el fútbol es perniciosa, como tantas veces hamos comprobado, para cosas más serias es un desastre. Y ello porque es un razonamiento que pasa por encima de lo que haga falta, incluida la ética, y la prueba es la cantidad de imputados de todos los partidos que son reelegidos con mayorías absolutas.
    Lo que pasa es que una sociedad civil seria, además de tener claras las cuestiones básicas exigibles (ética, honradez, cumplimiento de promesas, etc.) requiere un esfuerzo. Si hay referendos, hay que participar; si hemos elegido a uno y nos sale golfo, hay que no volver a votarle; si un gobierno miente o engaña hay que reprobarle; y, en fin, mantener una actitud coherente en la que, ante hechos de suficiente gravedad, las preferencias o ideas políticas queden en segundo plano en lo que se refiere a ese hecho específico. No veo yo a nuestro bendito país en esa línea, la verdad.

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